Aunque la afición teatral de los habitantes de Bilbao es más antigua, la villa no contó con un local exclusivo para las artes escénicas hasta 1799. En esa fecha se levantó, a iniciativa de un grupo de vecinos, un coliseo en la calle Ronda. Aquel edificio quedó completamente destruido por un incendio en 1816, pero a esas alturas los bilbaínos ya habían comprendido que no podían vivir sin un centro consagrado a las artes escénicas.
Después de varios años de actuaciones en un teatro provisional, los bilbaínos acuden a la inauguración, en 1834, del que comenzó a denominarse "Teatro de la Villa".
El edificio se construyó en el Arenal, en el mismo terreno municipal que hoy ocupa el Arriaga, y fue inmediatamente cedido a un grupo de capitalistas asociados para su explotación comercial.
El primer "Teatro de la Villa" permaneció en pie hasta 1886, año en que fue clausurado y comenzó su derribo. Sus estructuras habían sufrido dos guerras Carlistas y los Sitios de Bilbao y su capacidad se había quedado claramente escasa para una población que no paraba de crecer.
En cualquier caso, tres años antes de su derribo ya se había acordado erigir otro Teatro, en la misma ubicación, pero ampliando su superficie y el número de butacas (hasta 1.500) y destinando la parte baja del edificio a locales comerciales.
Para su construcción, hubo que salvar primero la oposición de los vecinos del barrio de Bidebarrieta, que temían que la edificación bloqueara el paso de las corrientes de aire fresco a la calle y supusiera un obstáculo para el comercio y los muelles sobre la ría. El arquitecto responsable del proyecto, Joaquín Rucoba y Octavio de Toledo, zanjó el problema planificando la ampliación de los muelles y la reorientación del edificio.