En la Avenida de la Constitución de Sevilla (principal vía de acceso al centro histórico de la ciudad) se ubica la catedral gótica cristiana con mayor superficie del mundo, construida entre 1402 y 1606 en el solar de un antiguo templo visigodo y la posterior mezquita almohade.
Este tesoro arquitectónico declarado Patrimonio de la Humanidad junto al Real Alcázar y el Archivo de Indias en 1987, posee un imponente exterior cuya grandeza alberga un interior equiparable.
Bajo sus diversas naves y capillas hay una gran cantidad de obras artísticas, tanto en pintura y escultura, que mantendrán ocupada tu atención durante una prolongada visita. Un buen ejemplo es la nave central que aloja el Coro, flanqueado por enormes órganos, y la Capilla Mayor, rodeada por altas rejas. Entre ellas se sitúa un crucero con las bóvedas más altas del templo, que alcanzan los 37 metros de altura.
La entrada es accesible al igual que su interior. Antes hay que atravesar un museo que expone grandes obras de arte, anticipando lo que vas a encontrar una vez dentro. También se incluye en la visita la Giralda, cuya estrecha subida es muy dificultosa y su mirador solo se accede mediante escaleras.
Los alrededores de su localización, con la creación del metro, ha reducido tanto la circulación de vehículos que casi es peatonal.