En época tardorromana, alrededor de las vías de salida de Tarraco, se creó una extensa área funeraria, siendo su máximo esplendor la construcción de una basílica en recuerdo del obispo Fructuoso y sus diáconos Augurio y Eulogio, quemados en la arena del Anfiteatro romano el año 259 dC. Así incrementó el interés de los fieles por enterrarse cerca de los restos de los mártires.
El conjunto aumentando con la incorporación de una gran basílica con baptisterio para venerar las reliquias de los mártires.
El Museo conserva la colección más rica de arqueología y arte paleocristianos de la península ibérica (sarcófagos, laudas musivarias, ajuares funerarios y una extraordinaria colección epigráfica cristiana), y con los restos in situ de una parte de esta necrópolis y su Centro de interpretación nos muestran una imagen del Mundo de la muerte en la época romana.
Se accede a través de una rampa con cierta pendiente, la cual nos lleva a la puerta del centro de interpretación, donde se adquieren las entradas.
A partir de aquí, gracias a un juego de rampas podemos acceder a la parte de la necrópolis, y pasar a través de los diferentes sarcófagos, estando una zona al aire libre protegida por una techado. El edificio del museo está en obras, por lo que actualmente no se puede visitar, aunque si rodear y ver su exterior.