La fiesta de la Cruz de Mayo tiene sus antecedentes en la celebración precristiana conocida como Festividad de los Mayos en la que se conmemoraba la mitad de la primavera rindiendo cultos a la naturaleza. En especial, se festejaba adornando un árbol o erigiendo un tronco o tótem al que se le ponían adornos o flores, mientras se hacían danzas rituales y se cantaban o hacían recitales. Con la llegada del cristianismo, esta fiesta fue adaptada reemplazándose el tótem por la cruz cristiana.
El origen de la devoción por la cruz se sitúa en el supuesto hallazgo de Santa Elena de la cruz donde murió Cristo. La historia narra cómo el emperador Constantino I el Grande se enfrenta contra los bárbaros y vence, gracias en teoría a la influencia de la cruz, en una batalla cuya victoria se cree imposible a causa de la magnitud del ejército enemigo.
La tradición de las Cruces de Mayo se extiende por buena parte de España, y en Jaén se viene realizando todos los años. Consiste en la colocación y decoración de cruces, utilizando flores y todo tipo de adornos vegetales, además de útiles de elaboración artesanal, propios de la cultura jiennense.
Además de la colocación de estas cruces, es típico también que se celebre la “Semana Santa Chica”, en la que son los niños y niñas, ayudados por colegios y otros tipos de organizaciones, los que elaboran sus pasos y tronos y desfilan en un enternecedor cortejo.
Accesibilidad
Las cruces suelen colocarse en plazas, parques, patios y en zonas cercanas a iglesias y todo tipo de edificios religiosos, siempre a vista descubierta y, normalmente sin ningún tipo de vallado o protección que impidan su visión. La accesibilidad de éstas dependerá de sus emplazamientos.
Las procesiones infantiles suelen circular por calles amplias y, salvo en algunas partes del trayecto, poco importantes a nivel de circulación de vehículos. Además su paso suele ser de corta duración, de manera que éstas no cortan de manera prolongada el tránsito.