La Plaza de Trascorrales se encuentra escondida en las laberínticas calles del centro histórico de Oviedo, cerca del Ayuntamiento.
Es una plaza pequeña, pero acogedora y llamativa, cuyo nombre da idea de su inicial situación detrás de los corrales de los coloridos edificios que la flanquean.
Destaca por una preciosa estatua a tamaño natural que se encuentra justo en medio de la plaza.
Es una obra de Manuel Linares, denominada "La Lechera", y representa a una burra bebiendo agua en un calderito y una lechera a su lado, con varios cántaros de leche. Esta figura de bronce, que impresiona por su nivel de detalle y por la viveza que denota, es una especie de homenaje a las lecheras de antaño.
En la plaza se encuentra enclavado un edificio de planta ovalada que ocupa gran parte del recinto.
Fue hasta no hace muchas fechas el mercado cubierto del pescado, terminado de construir en 1866, y que hoy se utiliza como centro cultural municipal, sala de exposiciones y otros eventos de la ciudad.
Esta plaza, tan limpia y cuidada, característica por sus llamativos colores vivos, es también una zona de vinaterías y restaurantes, que disponen de terraza para disfrutar de este idílico rincón de la ciudad.
La Plaza de Trascorrales representa uno de los lugares más pintorescos de Oviedo. Al estar cerca de todos los monumentos del casco antiguo, es un excepcional sitio para hacer una parada y apreciar en su conjunto una pequeña y recogida esquina de la ciudad, donde se respiran los aires de su historia.
Accesibilidad:
Al estar situada en la zona vieja de la ciudad, es exclusivamente peatonal, con lo que es muy cómodo para pasear por ella.
Los accesos a la plaza se hacen a través de calles estrechitas. El acceso por la Calle Mon tiene una pendiente bastante pronunciada, quizás más reducida accediendo por la Calle Sol (Plaza del Ayuntamiento) o por Calle Cimadevilla.
En 1992 se ha rehabilitado la plaza, sustituyendo el pavimento y cambiando el asfalto por enlosado de piedra, cómodo para la circulación, aunque deslizante en mojado.